La semana pasada hablamos de la gestión de riesgo –de riesgo de ganar, de cuánto perder (en porcentaje)–; podemos hablar de riesgo correlacionado, riesgo acumulado, pero eso no es directamente dinero.

La gestión monetaria viene después de la gestión de riesgo y es el tercer punto que tenemos que verificar al estudiar una operación que queremos colocar en el mercado.
Demos un paso atrás:
- A través del análisis técnico, identificamos una oportunidad en el mercado, definimos el punto de entrada y dónde establecemos la salida en el beneficio y en la pérdida.
- Con esa información, vemos cuánto queremos arriesgar de nuestra cuenta, estudiamos las posibilidades que tenemos, nuestra exposición en el mercado, identificamos el riesgo y decidimos cuánto colocamos en riesgo en esta operación (en porcentaje).
- Desde este punto, tenemos que hacer que el tamaño de la posición con el que entramos en el mercado sea igual al que queremos, en consonancia con el tamaño de nuestro capital y la gestión monetaria.
En resumen, tenemos que hacer que nuestro capital se adecúe a nuestro riesgo. No podemos dejar nuestro capital en manos del riesgo ni del análisis técnico. Con otras palabras, corremos riesgos diferentes en distintas posiciones, pero el capital que perdemos con distintos riesgos tiene que seguir el patrón deseado (y estudiado) para que el crecimiento de nuestra cuenta sea regular y, sobre todo, evitar los famosos drawndowns.
Vamos a ver un ejemplo: si tenemos una tasa de acierto del 50 % y cada vez que ganamos, ganamos un 2 %; si hiciéramos 10 operaciones seguidas, tendríamos que obtener un 10 % positivo menos 5 % negativo, que da un total de 5 % positivo. Sin embargo, si en una de esas operaciones ponemos 5 veces más capital y sale negativo, el resultado es 0 %.
Este ejemplo es una señal clara de que se puede mantener el riesgo controlado, los beneficios controlados y conocer las estadísticas, pero si cometemos un error monetario, este cambia el riesgo final y los resultados a nivel monetario cuando porcentualmente se ha alterado poco la estadística de riesgo.
Dicho esto, es importante entender que el riesgo y la gestión monetaria van de la mano, pero no son lo mismo. Es fundamental para un trading consistente y una rentabilidad sustentada que el dinero y el riesgo se traten por separado y de forma coherente y secuencial durante el proceso de colocación de órdenes en el mercado.
Si la gestión monetaria no se trata con rigor, lo más probable es que cada operación tenga una probabilidad, pero que esta no se traduzca en capital controlado, donde un beneficio extraordinario es muy bueno, pero una pérdida extraordinaria es devastadora.
También es importante percibir que todo tiene una secuencia y que la gestión monetaria es el último eslabón. Si hiciéramos cambios con la operación mal pensada, pero ligera desde el punto de vista del riesgo, lo más probable es que acabáramos por modificar toda la gestión monetaria si hacemos el cambio después del stop-loss. Esta es una de las prácticas que más influencia la gestión monetaria y que más pérdidas provoca a los traders principiantes.
Todo esto conduce a un gran impacto financiero, pero también a un enorme impacto emocional, que es el último de los cuatro elementos de la pirámide del trading y que abordaremos la semana que viene.